martes, 5 de febrero de 2019

TODOS JUNTOS POR LA 26



Siendo ya una gran hincha de la U, esperaba esta final con ansias. Y aunque no era campeonato contra “los de al frente”, la emoción desbordaba, ver nuevamente a la U siendo campeón era un sueño más.

El rival de ese año fue Real Garcilaso, un equipo de Cusco, el cual estaba siendo muy conocido por el gran equipo que habían armado, además, jugar de visita por allá no era muy fácil, y este equipo ya había llegado a la final el año anterior, no pudo campeonar, pero tenía una sed intensa por la copa. Obviamente la U no es un contrincante fácil, pesa su historia y la presión de la hinchada, pero el partido que venía llenaría de confianza a un Garcilaso soñador.

Primer partido, Real Garcilaso empezaba ganando desde el minuto 2 del primer tiempo, ¿qué pasaría con la U?, ya mencioné antes acerca de la garra crema, pero, ¿sería suficiente para este partido? Minuto 44, aún en el primer tiempo, 2-0 en favor de Garcilaso. Minuto 22 del segundo tiempo, Ruidíaz descuenta con un penal. Minuto 25, empate, el equipo ganaba más confianza, y era más fácil empatar en altura, en casa podríamos cerrar el campeonato. Sin embargo, a unos minutos de terminar el partido, Garcilaso anota un gol, sentenciando el partido en 3-2. Nos tocaba remontar en casa, y como la historia de Alianza en el 2009, buscábamos un tercer partido.

Guastavino sin poder contener la emoción

En el Monumental las cosas debían cambiar, cerrar los espacios, una defensa más fuerte y ser más precisos en el gol. Obviamente, nunca se da a la U por muerto, y mucho menos yo lo haría, nos esperaba un segundo partido, lo cual significaba para nosotros una oportunidad más. Guastavino abría el marcador con un golazo de tiro libre en el minuto 7 del primer tiempo, le seguiría Sebastián Fernández en el minuto 15, pero ahí no terminaba, después de un penal fallado por Garcilaso, Rafael Guarderas cerraba el marcador desde fuera del área con un 3-0 en el minuto 83. Y cuando todos pensaban que Garcilaso campeonaría en Ate, se había forzado un tercer partido.

Tercer partido en Huancayo. Se eligió uno de los lugares con más altura en el Perú, Garcilaso ya estaba acostumbrado pues era de Cusco, pero la U tendría que redoblar sus fuerzas, sería un partido complicado. Mientras tanto, mi hermana y yo, por ser un día laborable teníamos que ir al trabajo sí o sí. Sin embargo, eso no impediría que, por lo menos, escucháramos el partido. Pusimos la radio con bajo volumen para que no nos descubrieran y estuvimos pendientes de cada jugada. John Galliquio abrió el marcador al minuto 51, ya celebrábamos la final. Sin embargo, al minuto 63 llegaría el empate, lo cual nos llevaría a la aún más peligrosa tanda de penales.

Llegar a los penales fue terrible, ya no podía con los nervios, mi hermana ya no tenía uñas y, aunque a veces pensamos que los penales son suerte, también requiere de cierta táctica y, obviamente, saber patearlos con seguridad, eso incluye no ceder ante la presión. Ganamos 5-4, y, aunque el proceso fue difícil, disfrutamos cada jugada, gritamos y lloramos. ¡Finalmente, se logró. la estrella 26 era nuestra!

Esa tarde regresamos a casa a ver la repetición del partido y, como era costumbre, al día siguiente compramos todos los periódicos.

A veces siento que moriré viendo un partido como esos, las emociones siempre están al máximo.




**Dato curioso: Se llevó la copa al monumental para celebrar juntos en casa. El ingreso fue libre en la tribuna Occidente.

MATUTAZO



Aún en el colegio y recién en el proceso de ser una de las más apasionadas hinchas, se vivía toda una combinación de emociones en los pasillos, salones y patios; era de esperarse, se venía la final del fútbol peruano, pero no era cualquier final, no era cualquier rival, era una final con clásico.

Mi colegio era conocido por tener muchos aliancistas, casi el 60% del colegio alentaba a ese equipo, el 35% era de la U – era muy raro encontrarlos porque no decían de qué equipo eran por miedo a los aliancistas – y el 5% era de Sporting Cristal y otros, que casi ni se veían o escuchaban. Sin embargo, mi prima, mi hermana y yo éramos muy conocidas en el colegio por ser las que sin miedo decían a todos ser de la U.

Entonces, dadas esas circunstancias, se imaginarán el porqué de tanto alboroto en el colegio. Recuerdo que mientras pasábamos por ahí nos gritaban: “Gallinas, les vamos a ganar”, y nosotras, como siempre, solo nos reíamos y, aunque moríamos de nervios por el partido, mostrábamos una mirada de seguridad, les respondíamos: “ya veremos”.

Ganamos el primer partido por 1 – 0 en Matute. La figura del partido fue Raúl Fernández, el arquero, quien después de ese partido recibió el apodo de Superman, pues volaba en cada atajada. Por otro lado, el dueño del gol fue Piero Alba, con un golazo de tijera. Aunque los aliancistas estuvieron atacando, el partido ya estaba cerrado, la U les ganaba, en su casa. Estaba más cerca de ser campeón.

Para el partido de vuelta ya estábamos más tranquilos, incluso un empate nos haría campeonar. Mientras los aliancistas tenían esperanza en un tercer partido – hasta mandaron a hacer sus polos con la frase: “VAMOS AL CUZCO” – nosotros ya saboreàbamos la victoria.

El último play off, definitivamente, fue nuestro. Atacamos más y tuvimos más posibilidades de anotar, además, teníamos a Fernández, el arco estaba seguro. “Ñol” Solano sentencia la final y, con un gol de penal, mantiene la ventaja sobre Alianza para el campeonato.

La emoción que viví ese día fue impresionante. Al dìa siguiente, estaba pendiente de todo: Los titulares de los diarios, los videos, las noticias  y, obviamente, no podía olvidar el restregar a esos aliancistas del colegio quién era el campeón.

¿Acaso no es una linda historia?




EL MÁS COPERO


Aunque a nuestros eternos rivales les cueste aceptar y pongan miles de historias o excusas para no repetir la temible frase: “el más copero”, no pueden evitar la veracidad de ella. Universitario, con 94 años, cuenta con 26 campeonatos, lo cual lo convierte en el equipo más copero del Perú, seguido por Alianza Lima que, con 117 años, cuenta con 23.

No he vivido todos los campeonatos, ya sea por ser pequeña o no haber nacido, sin embargo, los cuento con orgullo y, a veces alardeo de mi equipo diciendo que somos los más campeones.

Pero, si tengo que contar sobre campeonatos, me toca mencionar los que viví al máximo: 2009 y 2013. HIstorias que merecen su propia nota.