Si la U es una religión, se tendría que mencionar también a su Dios y, como no es secreto, uno de los más grandes jugadores que ha existido en la historia de la U es Teodoro Fernández Meyzán, o, como la mayoría lo conoce: Lolo Fernández, con su clásico número 9.
Recuerdo que una de las primeras cosas que aprendí de
Lolo fue la fecha en la que debutó oficialmente en la U: 29 de noviembre de
1931. ¡Cómo olvidar la fecha! Un 29 de noviembre también nació mi hermana, y
ambas amamos todo lo que tenga que ver con la U.
En fin, no nací en el tiempo de Lolo, no he visto sus partidos ya que no hay muchos en internet, pero he leído bastante sobre
él y sus anécdotas.
Cuentan que Lolo usaba esa clásica malla en la cabeza en
honor a su madre; ella trabajaba de cocinera y, como se sabe, por cuestiones
de salubridad y limpieza, usaba esta malla durante sus horas de trabajo.
Algunos también dicen que sus patadas eran tan fuertes que rompían las redes del arco.
Otros dicen que, incluso, muchos arqueros no querían atajar sus remates por la fuerza que los “disparaba”.
Unas monjas de un convento vecino donde él vivía cuando
niño, cuentan que pateaba contra las paredes y las terminaba rajando.
No sé si todas estas historias sean reales o solo
mitos, pero me quedo con una entrevista que fue realizada por Teófilo Cubillas
en 1983, donde "Lolo" Fernández demuestra la gran persona y profesional que era, y evidencia el amor
y respeto que siempre tuvo por la institución, por la U.
“Dos soles cincuenta, imagínate, y uno feliz, porque era
así, porque tú jugabas con cariño, con amor a esa camiseta”. La frase que ha
marcado la historia y dejado una valla muy alta para los que le siguen.
**Dato para no olvidar: 20 de mayo – Día del hincha crema
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